En la primera entrada os hablamos de cuestiones más generales sobre nuestro viaje a la capital irlandesa *aquí*. En la segunda parte *aquí* os dimos sugerencias sobre qué visitar cada día, pero para que no se hiciera muy pesado, decidí separarlo en dos partes.
Día 3:
Es una verdad universalmente reconocida, que si viajas a Irlanda con una fan del grupo irlandés The Corrs, su ciudad natal, Dundalk, será sitio de visita obligada. Efectivamente, fue nuestro destino en esta tercera jornada de nuestro viaje, y francamente, mereció la pena.
Tomamos el tren hasta Dundalk (estación Clarke) en la estación de Connolly, a la que llegamos con el LUAS. Pensábamos erróneamente que el billete de tren también se podía pagar con la Leapcard e hicimos una recarga en consecuencia. En la taquilla, tuvimos que comprar el billete, y nos aconsejaron esperar a comprarlo cinco minutos antes de la salida para que nos saliera más barato.
Los irlandeses, al menos en nuestra breve experiencia, nos han demostrado que tienen un gran sentido del humor. Una vez en el tren, preguntamos a unos pasajeros la dirección en la que se movía el tren (para que Marian no se mareara) y nos dijeron que si viajábamos en el otro sentido, nos estamparíamos contra la pared, porque más o menos, allí acababa Dublín. No pudimos por menos de reír.
Dundalk no es ni mucho menos un sitio turístico. De hecho, la oficina de turismo se había trasladado y no fuimos capaces de encontrar la nueva ubicación. Teníais que habernos visto dando vueltas calle arriba y calle abajo hasta que desistimos. Total, para que nos dieran un plano, tampoco era plan de estar perdiendo el tiempo. Marian le hizo fotos a varios planos que vimos por la ciudad y entre eso y mi orientación visual (del tipo: "por esa tienda ya hemos pasado"), nos apañamos estupendamente.
Es una pequeña ciudad, tranquila y acogedora. Nos encantó la catedral de San Patricio, mucho más bonita que alguna de las iglesias y catedrales que habíamos visitado en Dublín. Pudimos incluso comer de cuchara, algo que ya nos iba pidiendo el cuerpo, y es que llega un punto en que te cansas de comer sandwiches y cosas así.
Comimos en el Greenmount Restaurant el menú del día. Había varios platos para elegir, pero las dos nos pedimos la sopa de verduras, el bacalao y la tarta de manzana con natillas calientes. Como véis, las raciones generosas y era comida caserita y de precio, creo que pagamos 30€ por las dos.
El día no acompañó mucho, aunque por suerte sólo lloviznó un poco en un día bastante gris.
Regresamos a Dublín de nuevo en tren y decidimos aprovechar lo que quedaba de la tarde haciendo un crucero por el río Liffey. Los usuarios de la tarjeta Dublin Pass tienen un descuento del 20%, así que nos salió cada billete por 11,20€, lo cual no es que sea una ganga, pero es de las cosas de las que luego a lo mejor te arrepientes de no haber hecho en un viaje.
La visita fue muy tranquila y casi en familia, ya que sólo estábamos seis personas, así que nuestro guía no se molestó ni en ponerse el micrófono y digamos que pudo hacer una explicación de lo que veíamos más personalizada e interesarse un poco por nuestra estancia en Dublín.
De nuevo pudimos comprobar el sentido del humor dublinés, al conocer los diferentes apodos que han puesto a algunos monumentos modernos: al edificio de cristal de las fotos, el Centro de Convenciones de Dublín, lo han apodado "el aspirador sin bolsa (tipo 'Dyson') más caro de Dublín". No me negaréis que no es como para no cogerles cariño a los irlandeses.
El edificio de la cúpula verde, la Custom House o Casa de Aduanas, fue casi destruído por un incendio provocado por el grupo terrorista IRA en el año 1921, ya que era visto por los irlandeses como un símbolo de la opresión británica.
En el trayecto atravesamos algunos de los puentes sobre el río Liffey, muchos de ellos dedicados a destacados personajes irlandeses (Samuel Beckett, Joyce, O'Connell) u otros como el Ha' Penny Bridge, puente que antaño requería el pago de medio penique, de ahí su nombre.
Inicialmente habíamos pensado visitar Malahide. Sin embargo, su famoso castillo estaba cerrado por renovación y no abría hasta unos días después de marcharnos, así que finalmente no fuimos. Supongo que así tenemos una excusa para volver algún día.
Después del crucero, nos fuimos a dar una vuelta por Temple Bar. Como véis, aprovechamos el día a tope.
Y como el post se empieza a hacer algo largo, haremos una nueva entrega para hablaros del final de nuestro viaje.
Día 3:
Es una verdad universalmente reconocida, que si viajas a Irlanda con una fan del grupo irlandés The Corrs, su ciudad natal, Dundalk, será sitio de visita obligada. Efectivamente, fue nuestro destino en esta tercera jornada de nuestro viaje, y francamente, mereció la pena.
Tomamos el tren hasta Dundalk (estación Clarke) en la estación de Connolly, a la que llegamos con el LUAS. Pensábamos erróneamente que el billete de tren también se podía pagar con la Leapcard e hicimos una recarga en consecuencia. En la taquilla, tuvimos que comprar el billete, y nos aconsejaron esperar a comprarlo cinco minutos antes de la salida para que nos saliera más barato.
Los irlandeses, al menos en nuestra breve experiencia, nos han demostrado que tienen un gran sentido del humor. Una vez en el tren, preguntamos a unos pasajeros la dirección en la que se movía el tren (para que Marian no se mareara) y nos dijeron que si viajábamos en el otro sentido, nos estamparíamos contra la pared, porque más o menos, allí acababa Dublín. No pudimos por menos de reír.
Dundalk no es ni mucho menos un sitio turístico. De hecho, la oficina de turismo se había trasladado y no fuimos capaces de encontrar la nueva ubicación. Teníais que habernos visto dando vueltas calle arriba y calle abajo hasta que desistimos. Total, para que nos dieran un plano, tampoco era plan de estar perdiendo el tiempo. Marian le hizo fotos a varios planos que vimos por la ciudad y entre eso y mi orientación visual (del tipo: "por esa tienda ya hemos pasado"), nos apañamos estupendamente.
Es una pequeña ciudad, tranquila y acogedora. Nos encantó la catedral de San Patricio, mucho más bonita que alguna de las iglesias y catedrales que habíamos visitado en Dublín. Pudimos incluso comer de cuchara, algo que ya nos iba pidiendo el cuerpo, y es que llega un punto en que te cansas de comer sandwiches y cosas así.
Comimos en el Greenmount Restaurant el menú del día. Había varios platos para elegir, pero las dos nos pedimos la sopa de verduras, el bacalao y la tarta de manzana con natillas calientes. Como véis, las raciones generosas y era comida caserita y de precio, creo que pagamos 30€ por las dos.
El día no acompañó mucho, aunque por suerte sólo lloviznó un poco en un día bastante gris.
Regresamos a Dublín de nuevo en tren y decidimos aprovechar lo que quedaba de la tarde haciendo un crucero por el río Liffey. Los usuarios de la tarjeta Dublin Pass tienen un descuento del 20%, así que nos salió cada billete por 11,20€, lo cual no es que sea una ganga, pero es de las cosas de las que luego a lo mejor te arrepientes de no haber hecho en un viaje.
La visita fue muy tranquila y casi en familia, ya que sólo estábamos seis personas, así que nuestro guía no se molestó ni en ponerse el micrófono y digamos que pudo hacer una explicación de lo que veíamos más personalizada e interesarse un poco por nuestra estancia en Dublín.
De nuevo pudimos comprobar el sentido del humor dublinés, al conocer los diferentes apodos que han puesto a algunos monumentos modernos: al edificio de cristal de las fotos, el Centro de Convenciones de Dublín, lo han apodado "el aspirador sin bolsa (tipo 'Dyson') más caro de Dublín". No me negaréis que no es como para no cogerles cariño a los irlandeses.
El edificio de la cúpula verde, la Custom House o Casa de Aduanas, fue casi destruído por un incendio provocado por el grupo terrorista IRA en el año 1921, ya que era visto por los irlandeses como un símbolo de la opresión británica.
En el trayecto atravesamos algunos de los puentes sobre el río Liffey, muchos de ellos dedicados a destacados personajes irlandeses (Samuel Beckett, Joyce, O'Connell) u otros como el Ha' Penny Bridge, puente que antaño requería el pago de medio penique, de ahí su nombre.
Inicialmente habíamos pensado visitar Malahide. Sin embargo, su famoso castillo estaba cerrado por renovación y no abría hasta unos días después de marcharnos, así que finalmente no fuimos. Supongo que así tenemos una excusa para volver algún día.
Después del crucero, nos fuimos a dar una vuelta por Temple Bar. Como véis, aprovechamos el día a tope.
Y como el post se empieza a hacer algo largo, haremos una nueva entrega para hablaros del final de nuestro viaje.
In the first installment of this travel series, we discussed some general information regarding our trip to the Irish capital *here*. Then, on the second installment we gave you some suggestions *here* on what to visit each day, but I didn't want it to get too long or tiresome, so I split that in two parts.
Day 3:
It is a truth universally acknowledged that, if you travel to Ireland with a fan of the Irish band The Corrs, their hometown Dundalk, will inevitably be part of your itinerary. And indeed it was, and it was also worth the hassle.
We took the train to Dundalk (Clarke Station) from Connolly station and we got there on the LUAS. We wrongly believed we could pay for the train ticket with the Leapcard and had topped it up accordingly. At the ticket office, we therefore had to buy the ticket but were also advised to wait until 5 minutes before departure time to save some money.
The Irish, at least in our short time among them, have proved to have a great sense of humour. Once on the train, we asked the first passengers which way the train moved (so Marian wouldn't get sick) and they told us basically that if we moved in the other direction we'd hit the wall as Dublin pretty much ended there. We couldn't help but burst out laughing.
Dundalk is by no means a tourist spot. In fact, the Tourist Office had moved to a different location and we were completely unable to find it. You should have seen the pair of us, walking up and down the street trying to find the new premises. We eventually gave up, because it wasn't worth the hassle just to get a map. After all, Marian had already snapped a few pictures of several location maps around town, and that, together with my visual navigation skills (of the 'We've already walked past this shop' variety), was more than enough to get by.
It is a small, cosy little town. We loved St. Patrick's Cathedral, a lot more beautiful than some of the churches or even cathedrals we'd seen in Dublin. We even managed to have some soups and stews for lunch, because let's face it, having to eat sandwiches for a couple of days can get too much and we were craving some spoon course already. We had lunch (the set meal of the day) at the Greenmount Restaurant. There were several courses to choose from, but we both ordered the vegetable soup, the cod and the sponge apple cake with hot custard for dessert. As you can see, the servings were rather large and the food was homemade. Budget-friendly too, as I think we paid €30 for two.
The weather didn't cooperate too much, but having only drizzle on a dull, overcast day is not too bad.
We took the train back to Dublin and decided to spend the rest of the afternoon doing a cruise along the river Liffey. Dublin Pass cardholders have a 20% discount and tickets were 11.20 EUR each. Not exactly a bargain, but this is usually the kind of thing you end up regretting not doing when you travel.
The journey was very pleasant and quiet, almost in a family atmosphere, as we were only 6 people, so our guide didn't even bother using a microphone and could give us a more comprehensive insight into what we were seeing and even ask about our stay in Dublin.
We had another glimpse at the Irish sense of humour, when we were told the different nicknames some modern monuments have received. The glass building you can see in the pictures, the Convention Centre Dublin, is referred to as 'Dublin's most expensive bagless (i.e. Dyson) vacuum cleaner'. You gotta love the Irish, right?
The Custom House, the building with the green dome pictured below, barely survived an intentional fire in a terrorist attack by the IRA in 1921. For the Irish, it was a symbol of British oppression.
You'll cross some of the bridges along the Liffey: many of them in honour of several Irish personalities (Samuel Beckett, Joyce, O'Connell) or others like the Ha' Penny Bridge, which in the past required paying a half penny as toll, hence the name.
We had initially planned on visiting Malahide, but the Castle was closed with renovations underway and wouldn't open again until a few days after our return, so we didn't go in the end.
I guess we now have an excuse to go back one day.
After the cruise, we went for a walk around Temple Bar. As you can see, we really made the most of our day.
And since this post is getting somewhat lengthy, we'd better write another installment to tell you about the final leg of our trip.
Day 3:
It is a truth universally acknowledged that, if you travel to Ireland with a fan of the Irish band The Corrs, their hometown Dundalk, will inevitably be part of your itinerary. And indeed it was, and it was also worth the hassle.
We took the train to Dundalk (Clarke Station) from Connolly station and we got there on the LUAS. We wrongly believed we could pay for the train ticket with the Leapcard and had topped it up accordingly. At the ticket office, we therefore had to buy the ticket but were also advised to wait until 5 minutes before departure time to save some money.
The Irish, at least in our short time among them, have proved to have a great sense of humour. Once on the train, we asked the first passengers which way the train moved (so Marian wouldn't get sick) and they told us basically that if we moved in the other direction we'd hit the wall as Dublin pretty much ended there. We couldn't help but burst out laughing.
Dundalk is by no means a tourist spot. In fact, the Tourist Office had moved to a different location and we were completely unable to find it. You should have seen the pair of us, walking up and down the street trying to find the new premises. We eventually gave up, because it wasn't worth the hassle just to get a map. After all, Marian had already snapped a few pictures of several location maps around town, and that, together with my visual navigation skills (of the 'We've already walked past this shop' variety), was more than enough to get by.
It is a small, cosy little town. We loved St. Patrick's Cathedral, a lot more beautiful than some of the churches or even cathedrals we'd seen in Dublin. We even managed to have some soups and stews for lunch, because let's face it, having to eat sandwiches for a couple of days can get too much and we were craving some spoon course already. We had lunch (the set meal of the day) at the Greenmount Restaurant. There were several courses to choose from, but we both ordered the vegetable soup, the cod and the sponge apple cake with hot custard for dessert. As you can see, the servings were rather large and the food was homemade. Budget-friendly too, as I think we paid €30 for two.
The weather didn't cooperate too much, but having only drizzle on a dull, overcast day is not too bad.
We took the train back to Dublin and decided to spend the rest of the afternoon doing a cruise along the river Liffey. Dublin Pass cardholders have a 20% discount and tickets were 11.20 EUR each. Not exactly a bargain, but this is usually the kind of thing you end up regretting not doing when you travel.
The journey was very pleasant and quiet, almost in a family atmosphere, as we were only 6 people, so our guide didn't even bother using a microphone and could give us a more comprehensive insight into what we were seeing and even ask about our stay in Dublin.
We had another glimpse at the Irish sense of humour, when we were told the different nicknames some modern monuments have received. The glass building you can see in the pictures, the Convention Centre Dublin, is referred to as 'Dublin's most expensive bagless (i.e. Dyson) vacuum cleaner'. You gotta love the Irish, right?
The Custom House, the building with the green dome pictured below, barely survived an intentional fire in a terrorist attack by the IRA in 1921. For the Irish, it was a symbol of British oppression.
You'll cross some of the bridges along the Liffey: many of them in honour of several Irish personalities (Samuel Beckett, Joyce, O'Connell) or others like the Ha' Penny Bridge, which in the past required paying a half penny as toll, hence the name.
We had initially planned on visiting Malahide, but the Castle was closed with renovations underway and wouldn't open again until a few days after our return, so we didn't go in the end.
I guess we now have an excuse to go back one day.
After the cruise, we went for a walk around Temple Bar. As you can see, we really made the most of our day.
And since this post is getting somewhat lengthy, we'd better write another installment to tell you about the final leg of our trip.
Me gustan los "sitios no turísticos" como Dundalk, aunque servidora se desorienta en una caja de zapatos jajaja Y ese postre de tarta de manzanas con natillas calientes ha hecho que mi estómago diga "Hear me roar" jajaja BESOS!
ResponderEliminarCada vez me quedo mas alucinada con estos sitios! Besos!
ResponderEliminarq envidia!!! yo tengo unas ganas de poder permitirme viajar1!! Quiero ir a tantos sitios jajaja
ResponderEliminarQué fotos tan bonitas! Una pena no pillarlas con el cielo azul. Es muy difícil que coincida buen tiempo por allí.
ResponderEliminarAh! Y qué rabia que no encontráseis MUA, me da que la marca os gustaría :-)
Besos!
Conocer España, tiene como objetivo dar a conocer, al mundo entero, de forma amena, los lugares con mas encanto de nuestro país, España. Visítanos en: http://unpaiseneltintero.blogspot.com.es/
ResponderEliminar@Gadirroja: Ha estado bien conocer un sitio que desde luego no es de los que viene en las guías turísticas. Las natillas estaban demasiado buenas. A ver si hacemos un post con alguno de los platos que degustamos.
ResponderEliminar@Aydita: Ahora toca pensar dónde vamos la próxima vez (siempre que la economía lo permita, claro).
@Noahh: Pues busca y compara precios. La agencia que usamos es una pequeñita, donde digamos que se toman más interes en hacerte una oferta un poco más personalizada en lugar de emplumarte su catálogo y ya. Nos salió el viaje por poco menos de 500€, por si te sirve de orientación. Nosotras solemos viajar por Europa por aquello de que el desembolso es mucho menor. Si no me diera dolor gastarme el dinero en viajes más "gordos", me encantaría visitar Hawaii, sitios tipo El Gran Cañón, Australia, Canadá, etc.
@Salander: Las fotos del collage de Dundalk son casi todas mías (con la nueva cámara). El resto son de Marian, así que el mérito es de ella. Sobre lo de MUA, yo me había hecho idea de que encontraríamos la marca, a pesar de que es más de los Superdrug. Pero como en el Reino Unido son prácticamente intercambiables...
@Jose Luis Lahoz: Gracias por visitar nuestro blog.